miércoles, 1 de agosto de 2007

Perspectiva

El tiempo es a la vida lo que un reinicio a las computadoras: soluciona o, al menos, minimiza casi todos los problemas y conflictos.

Ayer, después de mucho tiempo (un año perfectamente) vi de nuevo al, como él mismo se define, "cubano más raro del mundo".

Las circunstancias con este hombre fueron, como mínimo, pintorescas. No puedo decir que haya dejado una huella negativa en mí (salvo por el hecho de que, en su momento, contribuyó a minar mi ya de por sí débil fe en los hombres), puesto que de hecho he visto y vivido una serie de cosas realmente interesantes gracias a él (¡y, además, me ha regalado un televisor portátil!), pero también he podido ver su lado oscuro y sus efectos en mi entorno (y "preveer" los que podría haber tenido para mí), y no hay nada que me pierda más que jugar al abogado del Diablo.

Dicen que uno nunca sabe cómo va a reaccionar ante una situación determinada hasta que se ve en ella, y debe ser cierto, puesto que a pesar de que cuando iba a su encuentro estaba totalmente dispuesto a plantar guerra, finalmente, en el fondo, me alegré de verlo.

No puedo decir que confíe en él, porque no lo hago. Nada más lejos. Pero lo que cada día tengo más claro (por mi conversación de ayer con él y por el tiempo que ha pasado desde la última vez que nos vimos hasta ella y lo que he visto y vivido durante el mismo) es que ni los malos son tan malos, ni los buenos son tan buenos. Y es que no todo es blanco o negro. Putos grises...

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