viernes, 13 de julio de 2007

A bofetones

Últimamente estoy desconectadísimo. Desde mi poco envidiable experiencia en Vigo estoy extremadamente vago a la hora de informarme de cómo va el mundo. Cosa que, por cierto, reduce mi "estrés ajeno" (ojos que no ven...).

Sin embargo, con no estarlo del todo es suficiente para ver hasta en la sopa algunos temas.

Ayer, ojeando la sección de opinión de El Progreso (qué acertado sarcasmo su nombre, por cierto), vi que comentaban en varias columnas el tema del décimo aniversario de la muerte de Miguel Ángel Blanco, de los actos que se han organizado en torno a él y del "efecto agua-aceite" de los principales partidos políticos de este país.

Muchos tienden a culpar exclusivamente a uno u otro partido. Bonito universo de blancos y negros, sin grises, qué fácil sería. Yo considero que la culpa es de todos. "Dos no discuten si uno no quiere", reza el dicho, y Zapatero lo demostró antes de pasar a gobernar con su actitud con el gobierno de Aznar, realizando una labor de oposición discrepante pero siempre dialogante (la primera vez que le oí dar una opinión positiva sobre alguna política del gobierno de entonces casi se me caen los ojos de tanto abrirlos, de tan desacostumbrado que algo así resulta). Fue dicha actitud, de hecho, una de las cosas que más me convencieron de él (sobre todo en un mar de actitudes despóticas por parte del Partido Popular). Fue bonita mientras duró.

Desconozco cómo funciona la maquinaria política en otros países, supongo que en parte por distancia y en parte por pereza, pero empiezo a sentir una fuerte curiosidad por averiguar si lo de andarse con tanta tontería es generalizado o es que en España todavía nos queda un inquietantemente largo trecho por recorrer.

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