lunes, 30 de julio de 2007

Cerdos

Este fin de semana he estado de viaje. Mi cansancio, de hecho, así lo atestigua... Odio el efecto rebote de los lunes.

La verdad es que han pasado algunas cosas que tienen bastante "chicha", pero no me apetece ponerme en plan relato, así que iré hablando de las miserias humanas (que es de lo que mejor se me da) "por entregas".

Hoy le toca a la policía, ese maravilloso cuerpo de seguridad, tan preparado y eficiente, que vela única y exclusivamente por nuestra seguridad de forma prácticamente desinteresada y jamás con afán recaudatorio...

El sábado por la mañana sobre las 12.15 aparqué mi coche en Los Madrazos, una calle de Madrid, casi enfrente a, casualmente, una estación de la Policía Nacional. Había algunas señales de "prohibido aparcar excepto vehículos oficiales de 9h a 20h días laborales" (no recuerdo si el texto es exacto, pero os hacéis una idea). Como no sabía si el sábado por la mañana se incluía, aproveché que había un policía allí mismo y le pregunté. De no muy buenas maneras (y es que nunca entenderé por qué un cuerpo tan lleno, y esto me consta, de fracasados escolares tiene un índice tan alto de soberbia al más puro estilo Oscar Wilde) me contestó que sí podía dejar el coche allí aparcado.

El domingo por la mañana vi que la Policía Municipal me había puesto una multa.

La incompetencia y el descaro de la policía me resultan tan falsos y ficticios como el hecho de que no pienso pagar esa multa...

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